Cuando tenía unos 7 años, caí boca abajo sobre unas rocas desde una altura considerable. Dejé de respirar unos segundos y creí que ese era el final, que en ese instante se acababa lo que se daba. CHIMPÚN.
La muerte, desde entonces, me ha producido una mezcla de miedo, angustia y curiosidad. Estos sentimientos han sido también motores que me han llevado a mi camino de autoconocimiento y en el que se ha ido transformando mi relación con la muerte y por lo tanto con la vida, llegando a la conclusión de que tengo que aprender a vivir para aprender a morir.
¿Qué es la muerte? ¿Es la aniquilación? ¿El punto y final? ¿O hay una continuidad? ¿Es la muerte una ilusión? …
Este post es una invitación a reflexionar sobre este hecho ineludible. Si somos conscientes de que nuestra vida y la vida de las personas que queremos, puede acabar en cualquier momento, podemos aprender a vivir una buena vida, una vida con sentido.
Porque como dice la escritora, periodista y doula de fin de vida, Ana Vidal Egea, que ha dedicado su carrera a la divulgación para romper con el tabú que rodea a la muerte, “tener presente nuestra mortalidad, mejora nuestra calidad de vida”. Ana lidera «Hablemos de la muerte», un podcast muy recomendable donde entrevista a expertos de diversas disciplinas para normalizar la conversación sobre la muerte.
Una de las personas entrevistadas que me ha parecido muy interesante es Josep María Fericgla, Licenciado en Geografía e Historia, Doctor en Antropología Cultural y una autoridad sobre temas relacionados con los denominados estados expandidos de consciencia. Josep explica que el cuerpo tiene una fecha de caducidad, una vida finita y que con la muerte, el cuerpo colapsa pero hay algo que se mantiene, la conciencia o el alma. Para Josep, la muerte es un cambio drástico en el que vamos al lugar donde estábamos antes del nacimiento. Lo que sugiere es que hay que prepararse para tener un buen tránsito, una buena muerte, ya que en ese momento, uno se encuentra consigo mismo.
La Dra. Luján Comas, licenciada en Medicina y Cirugía, dice que la muerte es el momento más importante de nuestra existencia y que tenemos toda una vida para prepararnos. Nos preparamos para nuestra carrera profesional, para el matrimonio, para tener hijos… Nos preparamos para muchos eventos en la vida, pero no para la muerte, lo más certero que nos va a ocurrir a tod@s.
Luján Comas trabajó como médico adjunto en el Hospital Vall d’Hebron durante 32 años. Ejerciendo su especialidad de anestesiología y reanimación, se preguntó qué pasa con la conciencia mientras nuestros parámetros vitales son una linea inexpresiva. Cuando a su marido le diagnosticaron una enfermedad terminal, decidió dedicarse a investigar sobre la muerte y las ECM (experiencias cercanas a la muerte). Sus investigaciones cuestionan la visión tradicional de la muerte a la luz de los últimos descubrimientos científicos.
En un encuentro que promovió Wake Up en el Tanatorio de Sants, en Barcelona, para hablar sobre la muerte, la doctora explicaba que con un paro cardiaco, no hay sangre en el cerebro, a los pocos segundos el cerebro deja de hacer su función, lo que refleja un encefalograma plano. Cómo es posible que personas monitorizadas en hospitales, con parada cardiaca y linea plana, hayan relatado una experiencia de conciencia plena, mucho más plena que en toda su vida. Para la Dra. Comas no se trata de alucinaciones, porque no tienen una estructura lógica, como sí ocurre en las ECM y además, en muchas de esas experiencias, las personas han podido constatar lo que estaba ocurriendo a su alrededor, como por ejemplo, conversaciones y detalles físicos de otras personas que incluso no estaban en la misma habitación. Según Comas, las ECM desmontan el conocimiento médico sobre el cerebro y la muerte y piensa que el concepto científico de la muerte, aceptado por la medicina y la biología, es incompleto y debe ser revisado a la luz de las nuevas investigaciones en el campo de la medicina y la física cuántica.
La conciencia es una energía que no se crea ni se destruye, sino que se transforma.
¿Qué pasa en la muerte con esa energía que daba vida al cuerpo? ¿En qué se transforma? La creencia hasta ahora de la medicina es que la conciencia es un producto del cerebro y, por tanto, desaparece al desaparecer sus funciones. Pero surgen algunas preguntas: ¿nuestra conciencia está en nuestro cerebro? ¿Somos un cuerpo o tenemos un cuerpo? Todas estas cuestiones están planteadas en el libro ¿Existe la muerte? Ciencia, vida y trascendencia, que la Dra. Comas ha escrito junto a Anji Carmelo, una de las grandes expertas en el campo del duelo a nivel internacional y que conoció a Elizabeth Kübler-Ross, Doctora en Medicina y Psiquiatría, máxima autoridad mundial sobre la muerte y el proceso de morir, autora de 11 libros inspirados en los casi 40 años dedicados a dar consuelo a niñ@s, pacientes seropositivos y ancianos, enfermos todos ellos terminales.
La historia de la fascinante vida de la Dra. Kübler-Ross está plasmada en su obra biográfica La rueda de la vida, su testamento espiritual que nos enseña a amar la vida, reconciliándonos con la muerte.
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Volvamos a la conciencia, la base de todas nuestras experiencias mentales, la sensación del “yo”, la totalidad de los propios pensamientos, sentimientos e impresiones. La ciencia ha sostenido que la conciencia es subproducto de la evolución biológica y que el cerebro es el único responsable de la generación de la conciencia. Si esto es así, entonces, efectivamente, desde un enfoque científico apoyado en este paradigma, con la muerte se acaba todo. Pero puede que el cerebro, como apunta una de las hipótesis del filósofo y padre de la psicología moderna, William James, no sea el generador de la conciencia sino que se limite sólo a modificarla, “igual que un prisma modifica la luz del sol”.
El asunto clave de los orígenes de la conciencia no se ha resuelto y como apunta el erudito Allan Wallace en su libro La ciencia de la mente. Cuando la ciencia y la espiritualidad se encuentran, la conciencia no está bien definida ni resulta correctamente comprendida en las ciencias cognitivas. Ni siquiera puede detectarse con instrumentos científicos.
Stuart Hameroff, médico anestesista, investigador pionero y puntero en la nueva ciencia de la conciencia, afirmaba en la entrevista de La Contra, que el periódico La Vanguardia publicó el pasado mes de julio, que “el cerebro es una orquesta cuántica sintonizada con el cosmos”. Y define la conciencia como la directriz por la que el universo se eleva a sí mismo. Una ameba tiene chispazos de conciencia para vivir, existe un modo primitivo de conciencia en una roca y hay una forma precursora de conciencia en un átomo. La conciencia precede a la vida y la vida manifiesta la conciencia, que organiza desde el principio la evolución del cosmos, elevándose a sí misma. Al morir, la conciencia sobrevive entrelazada con el universo, lo que puede fundamentar la reencarnación.
En España, en la misma línea de investigación que la Dra. Luján Comas, están el Dr. Enric Benito y el Dr.Manuel Sans Segarra.
Enric Benito es médico oncólogo y especialista en cuidados paliativos. En la entrevista que se publicó en abril, en la revista Ethic, el doctor afirma que se muere muy mal en el siglo XXI porque “hemos perdido la noción de que esto es algo natural, de que es un alumbramiento igual que nacer” y reivindica dar a los que se van, los mismos cuidados que a los que llegan. A través de su libro El niño que se enfadó con la muerte, cuyos beneficios de los derechos de autor van destinados a la Fundación SECPAL (Sociedad Española de Cuidados Paliativos), quiere transmitir la riqueza humana que también hay en el proceso de morir y que observando este proceso con una mirada lúcida, se puede dar uno cuenta de lo bien organizado que está.
La gente llega a este final como ha vivido. Si vives de forma generosa y autónoma te vas también así, pero si has vivido asustado, al final te vas de la misma manera.
Puedes ver varios videos de Enric Benito en el canal de youtube ALFINALDELAVIDA, una iniciativa para ayudar a las personas al final de la vida, las familias, los cuidadores y la sociedad en general a derribar tabúes, humanizar y normalizar el proceso de morir.
Al Dr. Manuel Sans Segarra, medico especializado en cirugía general y digestiva, lo que le contó un paciente que se recuperó de una muerte clínica, le llevó a investigar a fondo las ECM desde una perspectiva científica. Ha dedicado los últimos años de su carrera a investigar la existencia de la supraconciencia. En su libro La Supraconciencia existe: Vida después de la Vida, desarrolla este concepto. Cuando morimos, la conciencia pasa a otra dimensión, a convertirse en supraconciencia, es decir, la conciencia que existe más allá de la mente y del cuerpo físico.
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El maestro vietnamita Thich Nhat Hanh, uno de los principales impulsores del budismo en Occidente, relata en La muerte es una ilusión, las enseñanzas de Buda respecto a la muerte y cómo el terror que nos infunde, está causado por nuestras percepciones e ideas erróneas. Buda comprendió que la vida y la muerte no son más que nociones ilusorias. La creencia de que nacemos de la nada, alimenta el convencimiento de que al morir nos convertimos en nada. Pero “nada” no puede convertirse en “algo” y “algo” no puede convertirse en “nada”. Todo está bajo la influencia de todo lo demás.
Si supieras que al mirar con hondura en la lluvia aún verías la nube, dejarías de llorar.
Las experiencias cercanas a la muerte, la sabiduría de las ciencias contemplativas y las nuevas investigaciones en el campo de la medicina y la física cuántica, evidencian que la muerte no es un final, sino que es más bien un proceso de transformación. Lo que sí muere es el cuerpo y el ego, a lo que Eckhart Tolle se refiere como “el falso sentido del yo, la completa identificación con la forma: formas físicas y formas de pensamiento, lo que resulta en una total inconsciencia de nuestra conexión con el todo y de nuestra unidad intrínseca con todos los otros”.
Ser consciente de la muerte, me permite apreciar el hecho de estar viva. La aceptación de la finitud y la cualidad efímera de la vida, me motiva a aprender a vivir plenamente y a cultivar la paz, porque desde ese aprendizaje, intuyo que podré entregarme sin resistencias, al momento de mi partida. Por eso es tan importante para mí la práctica de la meditación mindfulness, a través de ella puedo vislumbrar la naturaleza de la mente, hacerme amiga de la impermanencia e introducirme en lo que realidad soy, la conciencia pura e inmutable que subyace a la totalidad de la vida y de la muerte.
Gracias Maria. Es un tema que me apasiona y ha formado parte de mi trabajo como enfermera en una unidad de cuidados paliativos durante 18 años. Y además he tenido el honor de compartir en mi unidad de paliativos en Mallorca y de aprender con mi maestro el Dr Enric Benito. Todo lo que se lo aprendí de él y sobretodo de mis pacientes. En su libro hay historias que viví plenamente. El trabajar con pacientes al final de la vida me ha ayudado a poder llevar a nivel personal mis procesos particulares que también he vivido. Ha sido un aprendizaje de vida.
GRACIAS GRACIAS GRACIAS
Querida Rosa, muchísimas gracias a ti por escribir ¡Me encantaría poder hablar contigo! Te escribo 🙂
¡Hola! Agradezco enormemente que me haya llegado esto ahora que hace dos meses que ha fallecido una amiga, y la he acompañado en todo el proceso final. No creo en las casualidades, y al poco de morir, me llegó información sobre Luján Comas sin buscarla y, ahora me estoy leyendo su libro. Y después llegas tú con este email, así que no puedo estarte más agradecida.
Querida Gloria, lo siento mucho. Que bonito que hayas podido acompañarla hasta el final. Yo tampoco creo en las casualidades, todo ocurre por algo. Muchas gracias a ti por compartir. Un fuerte abrazo.
Mil gracias por el post.
La Muerte! Es gran misterio, me ha intrigado desde siempre… Desde que supe las circunstancias que rodearon mi nacimiento.
[Pero “nada” no puede convertirse en “algo” y “algo” no puede convertirse en “nada”. Todo está bajo la influencia de todo lo demás.]
Esta frase que has escrito me ha recordado un libro que leí hace unos años “El Kybalion”.
Una reflexión personal:
*La muerte, eterna compañera de camino, ahí estarás cuando llegue a término mi Tiempo. MJR*
Es una frase de Thich Nhat Hanh. No he leido aún El Kybalion, pero me has despertado la curiosidad de hacerlo. Muchas gracias por tu aportación María José.
Gracias María, un bello trabajo de indagación que, como una maraña de lanas, nos invita a ir tirando de cada hebra para tejer nuestra pieza, que con sus colores y formas terminará encontrando un lugar en la totalidad de la que somos parte
Gracias por tu trabajo y esta reflexión
Un abrazo,
Dulce
Muchas gracias a ti por tu manera tan poética de contarlo 🙂
Gracias por el contenido tan interesante e inspirador. Seguiré indagando.
Me alegra que te inspire a seguir profundizando. Un abrazo!