No te pasa que después de una copiosa comida, si la rematas con un postre te quedas como una boa, sin energía, ¿abotargada? Pues a mí si me pasa y ¿sabes? acabo de enterarme por qué leyendo el capítulo de la dieta disociada de mis estudios de Micronutrición y Dietoterapia.
Resulta que todos los azúcares, sin excepción, inhiben la secreción estomacal de los jugos gástricos. Y es que los azúcares no se digieren en el estómago sino que pasan directamente al intestino delgado para su digestión y asimilación. Entonces, ¿qué pasa si has comido proteínas? ¿un chuletón, un cordero, un pollo, un pescado, o unos huevos y después te zampas un pastel? No sólo dificultas la digestión de la proteína, porque ya no segregas jugos gástricos, sino que los propios azúcares quedan atrapados en el estómago en lugar de pasar rápidamente al intestino delgado. Esta demora permite que las bacterias fermenten el azúcar liberando toxinas y gases que perjudican aún más la digestión. Conclusión, si comes proteínas, es mejor evitar acabar con un postre dulce, ya sea un pastelito, un chocolate, un helado o una fruta.