En la tradición budista, Mindfulness y Compasión son consideradas como las dos alas del pájaro de la sabiduría, ambas son imprescindibles para poder volar.
En esta sociedad competitiva, la mayoría de las personas no se sienten bien consigo mismas. Cuando cometemos errores o nos damos cuenta de nuestras limitaciones, en general solemos reaccionar de forma negativa con juicios del estilo: “soy un desastre” “no sirvo para nada”, “que imbécil soy”, generando aún mas sufrimiento y dolor a la experiencia. Nos auto-flagelamos cuando sentimos que no somos como creemos que deberíamos ser. Para cultivar la compasión es necesario mindfulness, tomando conciencia del sufrimiento propio, y el de los otros seres, sin juicio, sin apego y sin rechazo.
La compasión implica reconocer y ver claramente el sufrimiento. Tener sentimientos bondadosos hacia los que sufren, incluido nosotros mismos, y el deseo genuino de querer aliviarlo.
El amor hacia uno mismo y hacia los demás es el objetivo primordial en la mayoría de las tradiciones espirituales.
Esta meditación de la Compasión, de aproximadamente 8 minutos, está orientada a generar un espacio para que nuestros impulsos compasivos florezcan.