Mindfulness o Atención plena no es algo que haya surgido ahora. Su origen se remonta a 2600 años atrás.
El príncipe heredero del reino de Sakia, Siddhartha Gautama, quiso conocer cual era la causa del sufrimiento humano y si había un modo de liberarse de él. Como un científico, emprendió un camino de autoconocimiento a través de la meditación, hasta que sus experimentos internos de exploración de la mente le llevaron a la “iluminación”, a la sabiduría, a la comprensión de la existencia, a descubrir la verdadera esencia del ser humano, alcanzando los niveles mas elevados de plenitud.
Fue entonces cuando le llamaron el Buda, que significa “aquel que ha despertado”. Buda comprendió que hay algo en la mente humana que hace que veamos el mundo, a nosotros y a los demás, de forma distorsionada. Una de las vías que propuso el Buda para liberarnos del sufrimiento, de la insatisfacción es SATI, una palabra pali, el idioma que hablaba Buda y que tiene muchas acepciones: conciencia, discernimiento, atención sabia, atención plena o mindfulness.
Tradiciones meditativas se refieren al término mindfulness al hecho de darse cuenta del modo en que la mente va de un lado a otro.
Una de las definiciones ampliamente citada, es de Jon Kabat-Zinn, una de las personas que más ha contribuido en dar a conocer mindfulness en occidente y es esta:
“Mindfulness es la conciencia que surge al prestar atención deliberadamente, en el momento presente y sin juzgar, al despliegue de nuestra experiencia”.
En mindfulness, los pensamientos y las emociones se observan como eventos que van y vienen.
Aunque se dice que mindfulness es el corazón de la meditación budista, no tiene nada que ver con hacerse budista. Cualquiera puede explorar su mente, examinar quién es en realidad y cuestionarse su visión del mundo. Mindfulness puede ser la llave para conocer la naturaleza de la mente, para transformarla y liberarla de sus condicionamientos y automatismos.
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