Descripción
En esta sociedad competitiva, la mayoría de las personas no se sienten bien consigo mismas. Cuando cometemos errores o nos damos cuenta de nuestras limitaciones, en general solemos reaccionar de forma negativa con juicios del estilo: “soy un desastre” “no sirvo para nada”, “que imbécil soy”, generando aún mas sufrimiento y dolor a la experiencia. Nos autoflagelamos cuando sentimos que no somos como creemos que deberíamos ser.
La propuesta es dejar el juicio, dejar las etiquetas de bueno o malo y tratarnos con amabilidad, cariño y compasión. Darnos el mismo trato que le daríamos a nuestra mejor amiga en un momento de dificultad para ella. La compasión implica reconocer y ver claramente el sufrimiento. Tener sentimientos bondadosos hacia los que sufren y el deseo genuino de querer ayudarles para aliviar su sufrimiento. La compasión implica también el reconocimiento de que el ser humano es imperfecto y frágil.
El amor hacia uno mismo y hacia los demás es el objetivo primordial en la mayoría de tradiciones espirituales. Y la autocompasión es básica porque uno tiene que cuidar de sí mismo para poder cuidar a los demás. Estas meditaciones del cultivo de la Compasión están orientadas a generar espacios para que nuestros impulsos compasivos florezcan.