De jovencita, cuando vivía en América y cruzaba a menudo el atlántico, ¡¡tenía pavor a volar!! Había veces que me estresaba tanto, que hasta me enfermaba del estómago dos días antes del vuelo. Y ya en el avión, ni te cuento… angustiada hacía lo que podía para sobrellevar el pánico que me producía ir metida en ese aparato. Me encantaba (y me sigue encantando) conocer lugares nuevos y viajar por el mundo, pero claro, lo pasaba tan mal entonces, antes y durante los trayectos, que había veces que ni me compensaba salir de casa.
Uno de los valores que mas estimo en mi vida es la libertad, y con miedo, poca libertad se puede tener. El miedo es un tipo de prisión que te constriñe y te paraliza, que mata tus sueños, porque en el proceso de conseguirlos, surgen muchos miedos, y si te enredas en ellos y no estás dispuesta a superarlos, tarde o temprano abandonarás.
Hoy no te voy a hablar de miedos, ni a contar cómo superé mi miedo a volar, a conducir, o a la claustrofobia que me producían los ascensores. No por nada, sino porque escribiría un libro en vez de una newsletter y porque haber superado estas limitaciones es consecuencia de todo un trabajo de desarrollo personal. Hoy solo te quiero contar una anécdota y de cómo un recurso, del que todos podemos disponer (si lo entrenamos) puede salvarnos de muchas emociones incómodas.
Hace unos meses viajé a Tenerife. De vuelta a Madrid, el avión despega pero no consigue coger altura. Unos veinte minutos después, el piloto nos habla por el altavoz muy nervioso, tartamudeando. Sin dar mucha información nos dice que hay un problema serio en un motor y que va a intentar aterrizar en Gran Canaria. Silencio sepulcral en la cabina… Sé que hace unos años, en ese instante, mi cabeza se hubiera disparado imaginando escenarios terribles. Habría pasado la media hora mas angustiosa de mi vida, pero en vez de seguir ese patrón antiguo ¿qué hice? Pues cerrar los ojos y meditar. Por supuesto el avión aterrizó, aquí estoy para contarlo. Nos quedamos varias horas en tierra hasta que nos ubicaron en otro avión, el nuestro estaba completamente fotut.
¿Te das cuenta de lo que nos puede condicionar y limitar la cabeza, y de cómo, en cada momento se puede decidir qué actitud tomar ante los eventos y hechos que ocurren en la vida? Si el avión se hubiera estrellado, nada podría haber hecho yo para evitarlo con pensamientos y emociones de pánico. Y en cualquier caso, hubiera muerto en paz, concentrada en mi respiración.
A menudo confundimos los pensamientos con la realidad y no quedamos atrapados en los torbellinos emocionales.
En este video te cuento la base para comenzar a meditar y qué es y que no es meditar, la práctica que a mí me hace vivir la vida más libre y ligera.
eres un encanto María, Muchas gracias por todo lo que ofreces y comparte.
Un fuerte abrazo
Muchas gracias
Noelia
¡Muchas gracias Noelia! tu si que eres un encanto escribiendo estas palabras tan amables 🙂
Después de meses recibiendo tu newsletter y disfrutando de tus vídeos, quiero ser explícitamente agradecida y venir a tu página a date un GRACIAS como una casa 🙂
Me encanta tu manera de expresarte y conecto muchísimo con el contenido de tus mensajes, me animan a pasar a la acción.
¡¡Gracias, María!!
Ya eres para mí como alguien de la familia. Tu trabajo es estupendo y generoso.
Enhorabuena y que sigas dando tanta luz y ligereza.
Un abrazo,
Rocío
¡Hola Rocío! Qué bonito recibir tu mensaje! no sabes la alegría y energía que me da para continuar. GRACIAS. Un beso grande!